lunes, 28 de julio de 2008

¿HÁGASE LA LUZ?

Siempre me he retenido a comentar sobre estos mensajes que llegan a mi buzón de correo, de vez en vez, ciertamente con un cariño especial. Pero hay una frase en él que me interesa mucho, pues es una frase que coquetea con las ideas terribles que cocino en mi cabeza. Hoy quiero dejarte conocer algo más de las procesiones que zapatean los puentes que unen mis entrañas.

"Recurre a Él si el cansancio y el estrés ya no te dejan. Él te da esfuerzo y multiplica tus fuerzas si ya se te acabaron".

¿Cuál es el papel de dios en este universo, en esta vida, en el espacio-tiempo? (la minúscula es a propósito, si el que lo lee no es católico podrá poner ahí cualquiera que sea el nombre de su dios).

Esta pregunta es sumamente delicada, sumamente seria y de implicaciones catastróficas si no se está convencido de un par de cosas en la vida. Sin embargo entrevé una pequeña intersección entre dos mundos, hoy claramente diferenciados, en la academia, la teología y la vida. La fe tradicional y ciega y la fe crítica.

La pugna está basada en las metáforas que inundan los libros religiosos, léase la Biblia, el Corán, la Torá, los escritos milenarios budistas, piedras, jeroglíficos o lo que sea, digamos también que a Borges, Sabato, Kundera, Kerouack, todos, después de todo, son obras literarias, plagadas de tropos que ponen a prueba la inteligencia o la estupidez humanas. No pienso citar las cosas que han dicho incluso renombrados clérigos actuales, no. Pero dentro de esta búsqueda que he llevado a cabo, con más fe que seguridad indudablemente. He llegado a dos conclusiones que son intuidas por la frase que has escrito.

La primera de ellas tiene implicaciones más profundas que no voy a tratar hoy. Tiene que ver con el verdadero papel de dios, y digo el verdadero para desligarlo de una buena vez de su papel de dependiente de mostrador, ¿recuerdas la frase de Sui Generis?: "Dios es empleado en un mostrador, da para recibir". Además de los espejos de este verso los miles de espejos en los libros que ya trataré alguna vez en mi novela o en algún lado. El cielo es un espejo, el infierno el reflejo, o viceversa, pero siempre sucede que dar es el camino más corto para recibir, y acá entra otra conclusión enorme y mía: Cierto es que si eres bueno, sólo pueden pasarte cosas buenas. Este mundo necesita más gente buena y menos cristianos, pero esto lo explicaré otro día.

Despojado del delantal de dependiente, porque intuyo que dios poco o nada puede hacer por nosotros; su papel se limita, sin desprecio, al de motivador, al de impulsor; casi por el sólo hecho de creer en él, quienquiera que sea, se imbuye en la gente incluso de la peor calaña, cierta gana de vivir. Digo que poco o nada puede hacer porque si él pudiera hacer algo y no lo ha hecho, como bien puedes ver en los diarios, la televisión, los blogs y en las caras de la gente; sería dios un ser detestable, con una creación al borde del acabose y cruzado de brazos. Hasta acá elimino, y por ahora lo dejo así, la implicaciones físicas y metafísicas del libre albedrio, el cual en ningún momento es incompatible con mi planteamiento. Por otro lado, si en verdad tiene poder de cambiar este mundo, se le ha venido haciendo tarde para miles de niños que no tienen la culpa de las guerras de los hombres y mujeres que pueblan este planeta, para apersonarse el sida, el cáncer, el calentamiento global, la fisión nuclear, los amores, los desamores, los créditos altísimos, las cadenas de abastecimiento, los computadores... Ahora bien, si resulta que sí lo ha hecho y se esgrimen milagros para corroborarlo, diríamos que es selectivo y solo ayuda a algunos pocos que bien lo veneran, que bien siguen y promulgan su gracia y, entonces tendríamos un dios vanidoso que se ufana de su poder y se vanagloria de la gloria que le profesan y en recompensa por tan ciega alabanza colabora con ellos. Ninguno de esos dos: ni el relajado negligente ni el vanidoso complaciente: me parecen cualidades del dios que creo prefigurar en mis horas de meditación. Por eso tu frase impacta, porque es compatible, es su presencia sola, su creencia la que nos da ánimos para seguir y la que nos orienta. Pero acá puede haber más tema para cortar que lo dejaré para otra vez.

Es este dios, el dios motivador el culpable de todo (si no te gustan las palabras, por la mala fama de ellas, es hora de dejar de leer). No es por él que hay montañas ni hombres buenos y malos, sino por lo que él diseñó: un universo regido por una serie de normas o leyes, o por un sola gran ley que gobierna desde la fisión nuclear hasta las ganas de besar. Y él, entonces solo puede admirar su obra y maravillarse de los distintos rumbos que toma, rumbos que ni siquiera él pudo predecir. Sí, yo creo que él se maravilla incluso del mal, de las guerras, del hambre y la riqueza desmesurada, y dice, -esto era lo que quería, un universo que pueda avanzar, tropezarse, retroceder y cambiar y forjar sus designios-. Dime, ¿Qué puede haber más maravilloso que ver su creación tomando rumbos y evolucionar o involucionar?, ¿acaso ver que todo marcha de acuerdo a un plan determinado previamente en el comienzo del tiempo y del espacio? No creo. Él motiva pero no escribió la eternidad. habría sido difícil, incluso para un dios. No hablemos de la omnipotencia todavía que hasta en matemáticas hay teoremas.

Cierro con este parrafito de Abaddón EL EXTERMINADOR.

"Pero los seres humanos son ajenos al espíritu puro, porque lo propio de esta desventurada raza es el alma, esa región desgarrada entre la carne corruptible y el espíritu puro, esa región intermedia en que sucede los más grave de la existencia: el amor y el odio, el mito y la ficción, la esperanza y el sueño. Ambigua y angustiada, el alma sufre (¡cómo podría no sufrir!), dominada por las pasiones del cuerpo mortal y aspirando a la eternidad del espíritu, vacilando perpetuamente entre la podredumbre y la inmortalidad, entre lo diabólico y lo divino. Angustia y ambigüedad de la que en momentos de horror y éxtasis crea su poesía, que surge de ese confuso territorio y como consecuencia de esa misma confusión: un Dios no escribe novelas" (Ernesto Sábato).

CAYCEDO BLOOM

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